SOMOS GUADALUPE Por: Ana Sofía Rubio, Trashumancia A.C.
Somos tantos miles de guadalupanos viviendo de la infinita bondad del suelo, de la lluvia, de la compañía de la gente que nos rodea y con quienes trabajamos, y de las personas que nos admiran y consumen.
Nacimos en condiciones diversas, crecimos y fuimos educados de formas diversas. No tenemos los mismos recursos económicos ni las mismas oportunidades, no gozamos de los mismos privilegios, tan pésimamente asignados. Hemos compartido un espacio y un momento en la historia de formas distintas. Nuestras experiencias no son las mismas, nuestras perspectivas discrepan, nuestro conocimiento y nuestros intereses son diversos; queremos diferente, apreciamos diferente, variamos y desvariamos de mil maneras diferentes.
La actividad económica del Valle de Guadalupe ha crecido inmensurablemente. En los ranchos y poblados hay más trabajo, hay más gente y más dinero, pero el aumento en el nivel de vida es menos que evidente.
El valle se encuentra en un estado sumamente frágil; se desarrolla de forma extraordinaria en recursos finitos y pierde cada vez más fuerza en sus partes esenciales, entre ellas su gente. El respeto, la educación y la calidad de vida son un derecho de todos, no se reserva el derecho de admisión.
Hay barreras sociales que nos son impuestas y no podemos controlar, somos mucho más que eso. Simplemente, somos, antes y más allá de cualquier título o posesión.
Lo que sí está en nuestras manos es acercarnos, reconocernos. La convivencia es el primer paso para la empatía; es el momento en que se escucha, se comparte, se dialoga, se discute, se aprende. Es cuando se extinguen las diferencias que imaginamos en la distancia y se resuelven en conjunto las reales.
Uno de los beneficios que debe traer consigo la actividad turística en nuestro valle es la integración de la comunidad.
Y que Guadalupe nos respalde.
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